En el blog de Carlos Arroyo (El País, 04/13/2013) se hace una reflexión acerca de la conveniencia o no de seguir aplicando la metodología tradicional o de adoptar nuevas formas de enseñanza que sean más prácticas y atractivas para el alumnado.
Es cierto que muchos jóvenes no aprenden porque son vagos e indisciplinados, pero no es menos cierto que es necesaria la colaboración de profesores y padres para que el problema pueda cambiar o mejorar. Creo que el sistema educativo no ha evolucionado demasiado a lo largo del tiempo. Tal y como se dice en esta reflexión un cirujano de principios de siglo no podría ejercer su profesión en la época actual, sin embargo, un profesor de esa misma época apenas tendría problemas para dar sus clases en la actualidad. La evolución de la enseñanza no ha evolucionado demasiado para muchos profesores: la clase magistral sigue siendo la piedra angular de su trabajo.
Me parece que el alumno debe ser cada vez más autónomo para llevar a cabo su proceso de aprendizaje, donde el profesor debe ser un guía. Para ello el profesor debe aprender a enseñar y enseñar a pensar, para que el alumno pueda formarse su independencia de criterio. Para esto es necesario modificar algunas ideas y hábitos tradicionales que han quedado desconectados de la realidad cotidiana de las aulas, puesto que los tiempos han cambiado y las necesidades también, y el docente de ahora no es el de antes, ni el alumno de esta época es el de tiempos pasados.
Vivimos en una época de constantes cambios culturales, sociales y políticos y es por ello necesario que se ayude al alumnado a adquirir las habilidades intelectuales necesarias para afrontar con éxito los retos, los riesgos y las dificultades del siglo XXI. Por ello se hace cada vez más necesaria una estrecha integración del profesor y el alumno con los modernos sistemas tecnológicos que puedan ponerse al servicio de una mejor calidad de la enseñanza, permitiendo que el docente haga de guía para que el alumno, sirviéndose de todos estos adelantos técnicos, pueda aprender a pensar por sí mismo, a sacar sus propias conclusiones, a indagar en la solución de los problemas, en definitiva a no tener tanto dependencia del profesor. La aptitud pasiva del alumno, limitándose a escuchar la explicación del profesor, debe dar paso a una aptitud mucho más dinámica y atractiva para el aprendizaje. La clase magistral puede seguir siendo necesaria en ocasiones, pero deben incorporarse nuevas formas de enseñanza que hagan al alumno más autónomo. El sistema educativo debe diseñar nuevas formas de aprendizaje que haga más atractivo a los jóvenes el interés por adquirir conocimientos y que permita que la tasa de abandono y de fracaso escolar sea cada vez menor.
Pero como dice Carlos Arroyo en su blog, “sin esfuerzo no es posible el cambio, y sin cambio no es posible la mejoría”. Los nuevos tiempos hacen necesarias nuevas soluciones, que requieren un esfuerzo por parte de todos (administración, profesores, alumnos y padres) por mejorar el sistema educativo.
Os dejo el enlace al blog de Carlos Arroyo. http://blogs.elpais.com/ayuda-al-estudiante/2013/04/que-ensenar-y-como-aprender.html
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